Esto puede ser catalogado como descomunal o descabellado, pero e exactamente lo que me sucedió.
Soy una mujer separada hace años con un hijo ya mayor de edad, con el cual convivimos armoniosamente desde siempre.
El esta de novio hace un año, trabaja y piensa en casarse dentro de algún tiempo cuando termine sus estudios.
Yo no he vuelto a formar pareja, me dedico a mi casa, a mi hijo y mi pequeño negocio el que atiendo algunas horas.
Se que estoy en la flor de la edad de una mujer, que soy atractiva, que mi cuerpo hace poner a los hombres calientes, y que si quisiera tendría con quien encamarme. Pero he preferido tener “amiguitos” de plástico con los que juego casi a diario.
Y ahí nace el motivo de este relato.
Un medio día de caluroso verano, vine a casa a comer algo y de paso darme una buena ducha. Pero quizás la temperatura ambiente o que se yo, me hicieron ya desnuda para la ducha ponerme a jugar con un “dildito” en el sofá grande del living. Elijo ese lugar porque me resulta cómodo abrir las piernas por sobre el posa brazos mientras en cuatro me doy abastecimiento desde abajo poniendo el juguetito parado.
No me percate para nada, que mi hijo había regresado, me había estado observando y ante la evidencia de la situación perdió los estribos y se puso en pelotas.
Infinidad de veces me había insinuado cosas sobre mi cuerpo y que lo ponía frenético, pero yo entendía que era solo zalamería de hijo. Pero al verlo allí desnudo, con su verga endurecida acercándose a mi, me confundió de tal modo que no pude articular palabra y menos movimiento alguno. Quede como petrificada, clave mi cara contra el negro cuero del mullido sillón buscando desaparecer de aquella difícil situación.
Una mano de mi hijo, acaricio mi cabeza para continuar deslizándose por mi espalda, recorrer la redondez de mi trasero y llegar entre mis piernas a tomar el juguete que me había yo acondicionado. Su otra mano, acaricio mis pechos con una rapidez y destreza que me hizo estremecer en un sinsentido de sentidos que se despertaban con lujuria.
Fue su polla dura, caliente, viril lo que sentí en mi cuello, como buscando atravesar mi garganta.
Ya todo su cuerpo estaba apoyándose sobre mi humanidad, apretándome contra el respaldo del gran sillón.
Quise buscar una salida, pero estaba envuelta en el…… y sus palabras eran directas, francas, sin preámbulos.
-Estas caliente, mami, así que vas a probar una buena verga, después de chuparla un poquito…… si, calladita, calladita que vas a tener la boquita ocupada.
Pensé en resistirme, porque nuestra moral así lo exigiría, pero pensé en tanto tiempo sola, en tantos momentos en que el me había insinuado cosas que yo nunca quise creer que fueran ciertas. En la veces que le mostré mi desnudez, pensando que la confianza con un hijo estaría a salvo del deseo sexual.
No se cuanto tiempo estuvo allí, manoseándome, mas tampoco se como fue que su polla entro en mi boca, haciéndome sentir un ardor lujurioso fruto del olorcito a pija caliente, a morbo desenfrenado, a macho.
Y se la comencé a chupar, lentamente, como si saboreara un fruto prohibido, el cual me estaban regalando desde un paraíso trasgresor. Lo lamí con tantas ganas que, mi deseo fue creciendo, creciendo.
Cuando el me pidió que abrirá las piernas, lo hice obediente, cuando el me exigió que las extendiera abriéndolas al máximo, supe cuan entregada a ese juego incestuoso que me estaba el proponiendo.
Su boca lleno mi vulva, mis labios se abrieron, los labios interiores se endurecieron con su lengua y mi clítoris estallaba en frenéticos movimientos que le imprimía su boca.
- Basta, por favor….. exclame al momento que me comenzaban a brotar chorros de placer en explosiva acabada…….