No quise perder tiempo, así que fui a tantear la situación con una clara explicación, contado en que andábamos, de que habíamos ido a la casa de la prima de mi señora con la idea de hacer un intercambio, pero que no se dio porque el marido era un papanatas, de que había quedado con deuda con mi mujer y que en la primera oportunidad que tuviera se lo iba a devolver.
- Aja, dijo Mauricio, se lo quiere pagar a ella y de paso pagarme a mi por los choripanes, pues.
- A buen entendedor.
- Si nos aguanta a los dos?, esta criaturita.
Yami se puso roja, se dio vuelta y me abrazo, como confundida.
Si bien yo no estaba seguro de lo que debía hacer, suponía que ella había subido a la cabina sabiendo a lo que íbamos, así que decidí seguir adelante.
Como ella giro para abrazarme, yo entonces levante su faldita dejando a la vista de Mauricio todo aquel trasero que el había visto relampagueando en sus ojos.
Con una mano abrace la cintura de mi mujer, y con la otra desprendí los pocos botones de la blusa que le quedaban, dejando sus pechos al aire pero contra mi cuerpo.
Ella levanto la cara, me miro como extrañada, pero comenzó a besarme suavemente, mientras se desprendía de la blusa totalmente. Así también soltó su pollerita, la que Mauricio ayudo a sacarle recorriendo toda la extensión de las piernas de ella.
Colaborando con la tarea, ella se puso de rodillas, yo solté sus dos tetas a las que ya había comenzado a magrear para dar el primer impulso para quitarle la tanguita….. obra que continuo Mauricio, recorriendo otra vez la ruta hacia los pies de Yamila.
Ya estaba completamente desnuda, mostrando todo el esplendor de su espalda. Espalda que el recorrió con sus manos, primero, y luego comenzó a besar, bajando hacia la cintura, la redondez de sus caderas y hacia la tersura de sus firmes nalgas o sea su hermosísimo trasero.
Mientras yo volvía a darle un retorcido apretón a los pezones, ella apretaba su boca contra la mía, mientras buscaba mi bulto ya al palo.
Mauricio paso lentamente su lengua sobre toda la comisura de la raja del culo de mi hembra, la que sintió un fuerte temblor, que me lo trasmitió mordiéndome los labios, a tiempo que separaba sus rodillas para abrir las piernas y dejar su coñito expuesto hacia atrás ofreciendo el bello espectáculo de su conchita semi depilada.
Cuando el abrió los labios vaginales, para comenzar a comerle la chuchita, ella bajo su cabeza para comenzar a chuparme mi ya tiesa vara.